Era nuestro último día completo en Lanzarote y para hoy teníamos reservado algo que esperábamos con mucha ilusión: La Ruta de la Caldera Blanca.
Ya habíamos visitado el Parque Nacional del Timanfaya y habíamos hecho la excursión a las Montañas de Fuego, pero sólo dura unos 50 minutos y el recorrido se hace viendo el paisaje desde un autobús, así que teníamos muchísimas ganas de hacer esta ruta.
La Ruta de Caldera Blanca es un imprescindible de Lanzarote. Siguiendo su sendero, hoy llegaríamos hasta lo alto del volcán Caldera Blanca, pasando antes por otro volcán más pequeño llamado Caldereta.
Esta ruta se encuentra dentro del Parque Natural de los Volcanes, pero no está protegida por el Parque Nacional, así que se puede caminar libremente.
Sólo puedo decirte que nuestras expectativas se quedaron cortas y que estar allí arriba fue algo mágico!
Ahora voy a contarte cómo llegar, la ruta, nuestra experiencia y a enseñarte algunas fotos, pero tienes que saber que no hay nada tan bonito como vivirlo en primera persona, por lo que si puedes, anímate y lánzate a la aventura!

Cómo llegar hasta el inicio de la Ruta de la Caldera Blanca
Nuestro último día completo en la isla íbamos a aprovechar la mañana y la tarde al máximo. Queríamos salir tempranito de casa para que no nos pillase demasiado calor, puesto que la ruta que íbamos a hacer entre volcanes habíamos leído que nos llevaría más o menos unas cuatro horas.
Al final, entre una cosa y otra, conseguimos salir a las 9:00 de la mañana. Encontramos fácilmente el camino porque íbamos por el mismo recorrido que si fuésemos al centro de visitantes del Timanfaya.
Para llegar hasta el inicio de esta ruta tienes que localizar en el mapa el pueblo de Tinajo y desde aquí coger el desvío hacia el pueblo de Mancha Blanca. Si, por el contrario, vienes desde Playa Blanca lo más fácil es que pases por el Parque Nacional Timanfaya para llegar al inicio de una carretera más estrecha que te conduce hasta el sendero.
Desde la carretera principal, puedes entrar con tu coche por una pista de tierra en donde hay habilitada una zona de aparcamiento, por lo que suelen verse coches desde la carretera. Si no hay sitio para aparcar, tienes que ir a Mancha Blanca para dejar tu coche e iniciar la ruta en el pueblo, haciendo este primer tramo andando. Pero si hay sitio, puedes hacer como hicimos nosotros y dejarlo en esta explanada que está justo al principio de la ruta. Ojo! Ten cuidado y no dejes en el coche nada a la vista, porque dicen que de vez en cuando hay robos.

Entre una cosa y otra, nosotros empezamos a caminar a las 10:00 de la mañana. Al principio de la ruta, un letrero informativo nos indica que estamos en el Parque Natural de los Volcanes. Hemos visto a lo largo de nuestras caminatas por la isla, que hay muchos paneles para informar, que no tienen ningún letrero.
No sabemos si es que estaban puestos y al deteriorarse los han quitado, o que están preparados pero todavía no han colocado los indicadores con la información. El que vemos hoy está estropeado por la lluvia, pero más o menos podemos leerlo.

Comenzando la Ruta de Caldera Blanca
Justo aquí al lado, el camino se estrecha y la tierra da paso a un empedrado volcánico, muy duro y rugoso, así que llévate calzado apropiado, que te agarre el pie y tenga una suela relativamente gruesa. Con unos tenis, por ejemplo, vas perfecto!
El tamaño y altura de los volcanes Caldereta y Montaña Blanca provocaron que las lavas procedentes de la erupción de Timanfaya se desviaran y crearan alrededor de los mismos inmensos mares de lava cuyo color negro parece sacado de una película de ciencia ficción.

El sendero de la Ruta de la Caldera Blanca avanza al principio atravesando este inmenso mar negro y según vamos subiendo, empezamos a tener unas vistas muy chulas, con el mar de fondo. Por cierto, que sepas que es muy importante no abandonar los caminos ya trazados porque caminar sobre los líquenes que han tardado tantos años en colonizar esta superficie supondría destruir cientos de años de vida con una sola pisada.

Primera parada
Hacemos la primera parada en el cráter de Caldereta, después de unos 25 minutos de caminata. Por un lateral hay un acceso para adentrarnos un poco porque este lado de la pared del volcán es más bajo. Su altura máxima es de 324 metros y su cráter tiene algo más de 300 metros de diámetro. No es totalmente redondo, sino más bien elíptico y de ahí viene su nombre: Caldereta, porque recuerda a un gran recipiente o caldero.

Nos parece una pasada, así que viendo el tamaño de lo que vendrá después empezamos a alucinar pensando en qué nos vamos a encontrar en el siguiente volcán. Hay un sendero que te permite ascender Caldereta, pero nosotros regresamos de nuevo al principal de la Ruta de Caldera Blanca. En esta zona es muy complicado encontrar formas de vida porque las rocas volcánicas tienen muy pocos años. La falta de agua tampoco ayuda a la supervivencia de las posibles plantas que se pudiesen aventurar a salir.

Continuamos el camino
Bajamos Caldereta y llegamos a un caminito que va entre los dos volcanes. Avanzamos pero nos damos cuenta de que no estamos subiendo y pensamos que igual vamos mal. Decidimos tirar de GPS y, efectivamente, nos estamos alejando del que es nuestro objetivo: el cráter de Caldera Blanca. Volvemos sobre nuestros pasos y acabamos encontrando otro sendero que va por la ladera del volcán. También vemos unas indicaciones que antes no habíamos visto y habíamos pasado de largo. No os preocupéis que está bien señalizado, pero, ojo, hay que ir atentos 😉
Un poco de historia
Mientras subimos voy leyéndole a Sergio información que saqué de internet y nos vamos poniendo al día sobre curiosidades de esta zona.
Resulta que Caldera Blanca no es el más alto de los volcanes de la isla pero si el más ancho. Dicen los expertos que cuando el cráter de un volcán es muy grande se le llama caldera, y el de este mide 1,15 km de diámetros, rodeado de altas paredes y perfectamente circular, algo que no es habitual en cráteres de este tamaño.
Su punto más alto, 458 m, se sitúa el suroeste de la caldera, mientras que el más bajo está al noroeste, lo que nos indica que durante la erupción predominaron los vientos del noroeste, los más comunes en la isla.
Caldera Blanca se formó hace unos 5000 años. Durante este tiempo sus rocas han ido adquiriendo un color beige, que contrasta con la lava que lo rodea, de color oscuro, procedente de la expulsión del Timanfaya, en 1730. De hecho, Caldera Blanca, junto con los volcanes vecinos más pequeños, forman lo que se llama un islote, ya que todo el terreno de alrededor se cubrió por lava de erupciones posteriores, sin alcanzar al islote por su altura. Este color blanquecino que vemos al avanzar por la ladera de Caldera Blanca es el que da nombre al volcán y se trata de un tipo de roca volcánica de consistencia muy porosa formada por la acumulación de cenizas y otros elementos que se alternan formando capas de diferente grosor.
Todo esfuerzo tiene su recompensa
Cuando logramos llegar arriba nos quedamos pasmados. Llevamos hora y media de caminata, pero no ha podido merecer más la pena! El volcán es enorme.

Y ver el cráter es una pasada. Nos hacemos fotos y pasamos un rato muy agradable los dos solos en la inmensidad de esta preciosidad.

Al cabo de un rato decidimos avanzar un poco más buscando la parte más alta del cráter. A medida que avanzamos hace más y más viento. Tenemos que ir con mucho cuidado porque el viento llega ser tan fuerte que nos empuja.

Hacemos una buena sesión de fotos desde aquí. Decidimos volver sobre nuestros pasos en lugar de continuar bordeando el cráter por el caminito que recorre su diámetro completo.

De vuelta nos hacemos también fotos por el sendero con las impresionantes montañas de lava solidificada.

En total tardamos cuatro horitas y ya cansados decidimos ir a zampar que ya son horas.
Qué hicimos por la tarde
Echamos una pequeña siesta y la tarde la aprovechamos para:
- Hacer una visita guiada contratada previamente en las Bodegas El Grifo para las 17:00.
- Después nos acercamos hasta Playa Famara, que todavía la teníamos pendiente.
- Visitamos Teguise, por donde dimos un paseo.
- Fuimos a tomarnos algo hasta Lagomar, un local muy chulo que un día fue casa de Omar Sharif y que cuentan que perdió en una partida de cartas.
Un día increíble en el que casi no hemos parado y en el que disfrutamos como enanos con la Ruta de Caldera Blanca. Una caminata que os recomendamos hacer SÍ o SÍ 🙂
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